Por lo general, cuando pensamos en coros infantiles, nos viene a la cabeza un grupo de chicos desde los 6 a los 18 años, un rango de edad que engloba el período escolar. La capacidad de concentración es mayor y su percepción también es más rápida. Pueden interpretar en distintos niveles de competición: de hecho, algunos de los mejores coros del mundo son coros infantiles.
No obstante, ¿qué ocurre con los niños menores de 6 años? ¿Pueden cantar en un “coro” también? Para responder a estas preguntas, tenemos que imaginar un mundo coral ideal en el que existe el coro perfecto. Para la mayoría de nosotros, el intérprete perfecto en uno de estos coros estaría bien instruido en música. “Instruido” en este caso se refiere a la habilidad de mirar una partitura y “pensar” en sonidos: poder leer y escribir música tan fácilmente como se hace con las palabras. A menudo esto es resultado de un largo proceso de formación musical que empieza a una temprana edad.
La educación musical empieza muchas veces en casa, pues el primer contacto del niño con la música se produce gracias a los padres que les cantan nanas y llevan a cabo actividades musicales con ello. Durante la guardería y preescolar, los niños pueden estar expuestos a una formación musical sistemática que les ayuda a desarrollar una sensibilidad musical. Estas bases a una edad temprana ayudan al niño a enfrentarse a una formación reglada a medida que crecen, ya sea tocar un instrumento o canto coral avanzado. En otras palabras: sí, los niños menores de 6 años pueden y deben cantar en un coro. Es muy beneficioso para su desarrollo.
Los niños entre 3 y 5 años se encuadran en la categoría de la educación musical en la primera infancia. El objetivo de cualquier formación musical a estas edades es el de estimular el interés del niño por la música, fomentar una vocalización relajada y natural, y movimiento rítmico, así como incrementar la estabilidad emocional del niño a través de la música. Aprender debería ser divertido, pero también debe guiarse por una secuencia didáctica bien estructurada, sin la presión por interpretar en un escenario. El famoso educador musical húngaro Zoltán Kodály consideraba que el canto es la forma más natural de creación musical que se puede hacer, usando nuestra propia voz, que es el instrumento más natural del que podemos disponer. La primera infancia es una etapa fundamental de la vida para sentar unas buenas bases musicales. Se recomienda que los niños de 3 a 6 años asistan a clases de coro que refuercen esos buenos principios fundamentales para cantar y escuchar.
Hay que guiar a los niños para que adquieran gustos musicales y una sensibilidad artística mediante el desarrollo del oído musical, además de un buen sentido del ritmo y del movimiento. A esta edad, los niños no necesitan movimientos o pasos de baile complicados. El objetivo es darles a conocer movimientos más simples, similares a la danza, en lugar de patrones de danza complejos y una elaborada coreografía: esto les ayudará a una mejor coordinación motora y sentido rítmico.
Las canciones para coros infantiles tienen que seleccionarse con mucho cuidado, por motivos educativos e idealmente pensando en las secuencias didácticas. Los niños tienen que acostumbrarse a cantar a tono y también deben aprender a disfrutar de escuchar con atención. A la hora de seleccionar el repertorio, el profesor tiene que contar con una cantidad correspondiente de ritmos, juegos cantando, canciones tradicionales y piezas compuestas específicamente para niños. Durante estos primeros años de formación musical es igual de importante la selección de música de gran calidad y con alto valor.
Todo el mundo prefiere el tipo de música que escuchó durante su infancia. Un buen gusto que se desarrolla en la infancia es difícil de corromper. Por lo tanto, debemos prestar especial atención a las primeras impresiones, pues sus efectos pueden sentirse durante toda una vida. (Kodály)
En la formación musical durante la primera infancia, el canto siempre se acompaña de juegos o movimiento. Estas actividades físicas ayudan a los niños a que expresen lo que piensan y sienten, lo que también contribuye a que disfruten más de estas actividades. Movimientos regulares y repetitivos permiten que el niño pueda sentir el ritmo de la música y desarrollar una sensación de seguridad. Posteriormente, el niño podrá desarrollar sus habilidades de creatividad espontánea mediante variaciones de canciones y juegos, interpretando la melodía de nuevas formas. Es importante tener en cuenta que a esta edad, los niños no aprenden teoría de la música o improvisación musical: les ayudamos a conectar con los elementos musicales que aprenden en sus actividades diarias.
Los juegos y las canciones influyen en las emociones del niño. Mediante juegos grupales surgen pequeños grupos de amigos, y la relación del niño con sus compañeros de clase y sus profesores fortalece la satisfacción general que siente con la música. Las actividades grupales permiten que los niños desarrollen su autoestima y superen su timidez: son más valientes y más independientes. Alcanzar un equilibrio entre las actividades individuales y grupales en el aula, ayuda a fomentar la autodisciplina y promueve un sentido de comunidad que da forma a la actitud del niño.
La planificación de las secuencias didácticas en la primera infancia debe tener presente el progreso en el desarrollo físico e intelectual del niño, así como difundir los conceptos más importantes en las etapas adecuadas durante los primeros años de vida. Los programas a esta edad deben incluir elementos cognitivos, de instrucción y pedagógicos. También es importante que los educadores que trabajan con grupos de primera infancia sean profesores con experiencia y un buen entendimiento de los métodos de enseñanza más eficaces.
Hoy en día, es importante que la enseñanza incorpore una variedad de métodos, ya sea cara a cara o virtuales, especialmente teniendo en cuenta que un modelo híbrido de enseñanza ya es toda una realidad. Para los niños en la primera infancia, es importante evitar una enseñanza estereotípica: para ello, los profesores tienen que mejorar sus habilidades constantemente, incluso si eso supone que tienen que salir de su zona de confort. Gracias a la experiencia, los profesores desarrollarán sus propios modelos de enseñanza efectiva, lo que causará gran satisfacción tanto a ellos mismos como a sus estudiantes.
Trabajar con niños pequeños puede ser todo un reto y requiere de una gran reflexión pedagógica. No obstante, es la etapa más importante en formación musical, pues sienta las bases del comienzo de la andadura musical del niño. Si combinan sus conocimientos en dirección con un enfoque pedagógico, los directores corales pueden ayudar a que los niños desarrollen, durante estos primeros años de formación, un amor por la música que durará toda una vida, sentando las bases para una excepcional aventura musical.
Susanna Saw es educadora musical y promueve la música y la educación coral en Malasia. En la actualidad, es profesora y directora coral en la facultad de música de la University of Malasya y el Malaysian Institute of Art. En 2007, Susanna fundó el Young Choral Academy en Kuala Lumpur, un espacio para amantes de la música coral y profesores, que les permite aprender más sobre educación vocal y coral. Susanna ha sido jurado con frecuencia en diversos festivales corales a nivel internacional. También colabora de forma activa en el Working Committee para el Asia-Pacific Choral Council, patrocinados por la Federación Internacional de Música Coral. Asimismo, también es uno de los miembros fundadores de la International Choral Conductors Federation, y también forma parte del consejo asesor de la CHORALSPACE Academy. Susanna también desempeña el cargo de vicepresidenta de la International Kodály Society, de World Youth y la Children Choral Artists’ Association, así como de la Malaysian Association for Music Education.
Traducido del inglés por María Ruiz, España
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